Disertación de Chato Peredo en la mesa de debates N° 1
Valle Grande. Bolivia. Octubre de 2011
El pensamiento económico del Che y la crisis mundial del capitalismo
Cotejando los hechos que se dan hoy, en el siglo XXI, con el pensamiento del Che expresado en discursos y escritos hace más de 45 años, nos planteamos el tema de su planteamiento económico y la crisis actual del capitalismo para discutirlo en las mesas de debate en este encuentro de Vallegrande, al recordar los 44 años de su asesinato en La Higuera, hoy llamada La Higuera del Che.
Invité a distintas personalidades, economistas, autoridades políticas y diplomáticas para que desarrollaran el tema en este evento. La respuesta fue la misma, palabras más palabras menos: “esto es muy serio y yo no me siento capaz de exponerlo”. Entonces le planteé a mi hermano Antonio que hiciera un trabajo de interpretación del pensamiento económico del Che. No podíamos no expresar algo al respecto más aún tratándose de los hechos mundiales que revelan las predicciones del Che sobre la actual crisis económica estructural del capitalismo. Pues una de las misiones de nuestra Fundación es difundir el pensamiento vivo de nuestro Comandante, es confirmar lo que en 1997 proclamábamos: “el Che vive”.
Quiero abrir el paraguas, por cualquier insuficiencia en esta exposición y me amparo en una anécdota del que el mismo Che fuera protagonista:
Al triunfo de la Revolución Cubana y por la necesidad de estructurar una economía revolucionaria para el pueblo, Fidel en una reunión de los entonces novatos dirigentes pregunta a los presentes “quién es economista” y el Che sin vacilar levanta la mano “yo” dice, “pues irás a la cabeza del Banco Central, hay que dirigir la economía revolucionaria”. Después de la reunión alguien se acercó al Che y le dice “yo pensé que eras médico y no economista, porque Fidel preguntó por un economista”. El Che sorprendido responde “yo escuché que dijo ‘quién es comunista’ por eso levanté la mano”. Y el Che fue Presidente del Banco Central de Cuba durante un buen periodo, también fue ministro de Industria, que tiene que ver mucho con planes económicos y nos legó sustanciosos criterios y observaciones sobre teorías económicas, nacidas seguramente por los desafíos de la Revolución.
Estoy muy lejos de parecerme al Che, solo soy un seguidor, pero da la casualidad de que soy médico y aunque entiendo cosas elementales de economía política, no soy economista. Pero me animaré a zambullirme ahora en este tema porque es actual y porque nos anima el hecho de que en las calles de Londres, de Madrid, de Atenas, de Nueva York, de grandes y muchas ciudades del mundo desarrollado capitalista, el pueblo rechaza las políticas económicas de sus gobernantes, expertos en economía, y propone medidas que preserven la economía de sus pueblos. Me animo, además, porque simplemente voy a leer la ponencia que ha hecho Antonio Peredo y luego, entre todos, nos atreveremos a discutir, comentar, las recetas económicas de los poderes mundiales y sus consecuencias catastróficas. También ¿por qué no? proponer desde la vivencia y el sentimiento lo que creemos se puede hacer en los programas económicos de nuestros gobiernos.
Dice así:
La crisis mundial del siglo XXI analizada desde la proyección que nos dejó el Comandante Che Guevara
“En definitiva, hay que tener en cuenta que el imperialismo es un sistema mundial, última etapa del capitalismo, y que hay que batirlo en una gran confrontación mundial. La finalidad estratégica de esa lucha debe ser la destrucción del imperialismo. La participación que nos toca a nosotros, los explotados y atrasados del mundo, es la de eliminar las bases de sustentación del imperialismo: nuestros pueblos oprimidos, de donde extraen capitales, materias primas, técnicos y obreros baratos y a donde exportan nuevos capitales –instrumentos de dominación-, armas y toda clase de artículos, sumiéndonos en una dependencia absoluta. El elemento fundamental de esa finalidad estratégica será, entonces, la liberación real de los pueblos”.
Esta cita del Mensaje a la Tricontinental, que se hizo público cuando el Comandante Che Guevara iniciaba la guerra revolucionaria en Bolivia, es un apretadísimo resumen de su pensamiento económico. Por supuesto, un pensamiento en lucha, asentado en una profunda reflexión académica, enriquecido en las trincheras de la acción de los pueblos contra sus opresores.
En aquel tiempo, hace más de 45 años, cuando la lucha armada era la única alternativa real de acción política de los pueblos sometidos, sobre todo en América Latina, muchos grupos de izquierda sostenían la cómoda posición de espectar la lucha entre el imperialismo y el bloque socialista, convencidos o talvez sólo excusados, en que el triunfo de la URSS en tal confrontación, nos traería la sociedad socialista, sin sobresaltos. Frente a esa postura acomodaticia, el Che señalaba claramente la tarea revolucionaria que nos tocaba a nosotros en esa confrontación. Por supuesto que la situación ha cambiado radicalmente: no se produjo la confrontación, la Unión Soviética y el bloque socialista de Europa Oriental dejaron de existir y hasta se habló del fin de la historia.
Pero los hechos, los tozudos hechos, mostraron otra cosa. Ni la historia concluía, ni el mercado libre era la sociedad perfecta, ni el socialismo había muerto con la disolución de la Unión Soviética.
El imperialismo ha entrado en crisis hace mucho tiempo, después de regocijarse brevemente por la disolución del bloque socialista europeo e ilusionarse con su hegemonía total en todo el mundo. De hecho, esa crisis se inició con este siglo y se ahondó a lo largo de esta década.
¿Por qué citarlo al Che en relación a una realidad de la que no podía tener entonces una visión? Porque ya en ese tiempo, hace más de 45 años, sus estudios económicos, transformados en aportes a la economía política del materialismo histórico, lo llevaron a comprender la encrucijada de un ‘socialismo real’ que terminaría devorado por el imperialismo y de este imperialismo embarcado en un desmedido consumismo que, fatalmente, lo llevaría a una crisis de tales proporciones, que nos afectaría a todos.
Veamos ordenadamente. Como hombre y revolucionario de alta disciplina, cuando le fue encomendada la tarea económica de la Revolución Cubana, el Che estudió a profundidad esta disciplina y encontró las grandes contradicciones que había en el campo socialista. Halló que, el Cálculo Económico en que se basa la relación capitalista, estaba presente y era el mecanismo que habían asumido también los economistas del mundo socialista. Frente a esto, planteó el Sistema Presupuestario como instrumento de desarrollo socialista.
Vale la pena tomar un párrafo de su conocido Discurso de Argel, mostrando la distorsión que resulta del acatamiento del Cálculo Económico.
Dijo el Che, en esa oportunidad: “No puede existir socialismo si en las conciencias no se opera un cambio que provoque una nueva actitud fraternal frente a la humanidad, tanto de índole individual, en la sociedad en que se construye o está construido el socialismo, como de índole mundial en relación a todos los pueblos que sufren la opresión imperialista.
“Creemos que con ese espíritu debe afrontarse la responsabilidad de ayuda a los países dependientes y que no debe hablarse más de desarrollar un comercio de beneficio mutuo basado en los precios que la ley del valor y las relaciones internacionales del intercambio desigual, producto de la ley del valor, oponen a los países atrasados”.
Y sigue expresando que, la lucha de independencia de los pueblos sometidos y empobrecidos, debe ser apoyada por los países socialistas, de forma solidaria que nada tiene que ver con el ‘beneficio mutuo’, un mecanismo de opresión de los pueblos que luchan por su liberación.
Pero es más. Llegó a la comprensión de que, el Manual de Economía Política preparado por los académicos de la URSS, debía ser sometido a un profundo análisis y refutado en sus planteamientos. Había esbozado el índice de ese trabajo, señalado los puntos esenciales a discutir e, incluso, propuesto a sus más cercanos colaboradores, encabezados por Orlando Borrego, la realización de este trabajo que él no podía emprender por las razones históricas que conocemos y que, sus colaboradores tampoco lograron llevar a cabo porque la Revolución Cubana siempre les exigió cumplir otras obligaciones.
De ese esquema de refutación, Borrego nos hace una detallada muestra, de la que tomamos este pequeño párrafo: Oponiéndose expresamente al Manual de Economía Política que afirmaba que era ‘necesario desarrollar y utilizar la ley del valor y las relaciones monetario-mercantiles durante el periodo de construcción de la sociedad comunista’, Che se pregunta: ¿Por qué desarrollar?, aunque durante cierto tiempo se mantengan las categorías del capitalismo ‘la tendencia debe ser, en nuestro concepto, liquidar lo más vigorosamente posible las categorías antiguas, entre las que se incluye el mercado’. El Che no propiciaba y, al contrario, buscaba erradicar, el uso de categorías de la economía política del capitalismo, tales como mercado, interés, estímulo material directo, beneficio. Él pensaba que no se puede construir el socialismo con elementos del capitalismo sin cambiarles realmente la significación. Transitar esa vía, sostenía el Che, puede producir un sistema híbrido que obligue a nuevas concesiones a las palancas económicas y, por ende, a un retroceso.
Sabemos cómo, los países del bloque socialista europeo, quedaron atrapados en la economía de mercado, factor decisivo que los llevó a la situación actual. ¿Gozaron de las supuestas ventajas de una sociedad de mercado? ¡No!, nunca fue así. En estos más de 20 años desde la unificación de Alemania, la disolución de la Unión Soviética y la desaparición del bloque oriental. Las naciones del bloque socialista europeo pasaron a ser países de segunda categoría en ese concierto, ahora estremecido por la crisis, que es la Unión Europea.
Comentemos un hecho nítido y esclarecedor: la Revolución cubana se caracteriza en lo económico por erradicar la economía de mercado, aunque, como en el actual momento, tenga que adoptar elementos de esta pero en el marco de una economía socialista planificada. Algunos defensores del capitalismo se frotan las manos con la “esperanza” de que Cuba está retrocediendo a la ley de oferta y demanda. Y algunos confundidos dicen “no nos queda mas que aceptar el capitalismo aunque hagamos la revolución” y hasta hay quienes pregonaban la inviabilidad del socialismo y proponían un capitalismo distinto al depredador. El Che se refería a erradicar las relaciones de producción capitalistas aunque subsistan elementos de economía de mercado. Eso es lo que sucede en la Cuba revolucionaria. Valga la pena esta analogía para graficar la situación: el átomo es átomo en cualquier parte, pero depende en qué manos se maneje para ver los resultados. Si está en manos de Bush o de Obama, se convertirá en bomba atómica, si está en manos de Mandela o de Fidel se harán plantas termonucleares para beneficio de los más. Así ocurre en la economía y en todos los ámbitos de la actividad humana: elementos de mercado en una economía socialista planificada, no reproducen capitalismo y pueden hasta fortalecer el socialismo, pero siempre construyendo socialismo.
El Che insistió en la necesidad de implementar el Sistema Presupuestario. No se trata, por supuesto, de hacer un presupuesto fiscal, como ocurre en todas partes todavía, que fija determinadas metas de captación de recursos y ciertos objetivos de gasto e inversión. El Sistema Presupuestario, para el Che, tenía un carácter socialista.
Concretamente decía: “Planificar sin socialismo –se ha dicho aquí, y se ha dicho correctamente- es imposible. Se puede planificar durante la construcción del socialismo, pero teniendo siempre en cuenta que la planificación deberá atemperarse a las condiciones objetivas que imperen en el momento de realizarse”…
“Nosotros copiamos mecánicamente experiencias de países hermanos, y eso constituyó un error, no muy grave, no de los más graves, pero un error que frenó el desarrollo espontáneo, el desarrollo libre de nuestras fuerzas, y contribuyó peligrosamente a uno de los fenómenos que más deben combatirse en una revolución socialista: el burocratismo”. Se refería, por supuesto, a la elaboración de presupuestos basados en el cálculo económico, con el cual se construyeron las primeras relaciones económicas internas e incluso internacionales de Cuba. Claro que esto no exime la responsabilidad de planificar, aún en la condiciones de un proceso de cambio. Esta planificación, necesariamente, debe ir signada por las condiciones imperantes en ese momento, pero a condición de que se las entienda como un obstáculo a vencer y no como herramienta que deba utilizarse para el cambio.
El Che, con una visión muy clara de los alcances que debe tener esa planificación, sostenía que el Cálculo Económico es la base que genera la crisis del capitalismo.
Pero, antes de entrar a este tema, vale la pena detenerse en el cálculo económico que parte del sostenimiento y hasta la proliferación de la pequeña empresa, propiciada por organismos internacionales y asumida muchas veces como un recurso para contrarrestar la miseria en los países empobrecidos, pero que no es otra cosa que el germen de la empresa capitalista, en el entendido de que entre cien o mil micro empresas, una o dos acertarán a transformarse en grandes empresas; las restantes seguirán siendo mecanismos de subsistencia pero, de ninguna manera, formas de solucionar el empobrecimiento de un país.
De hecho, el Comandante Che Guevara, en ese esquema de refutación al Manual de Economía Política, toma el tema de la Ley del Valor y el párrafo del manual que dice: “La acción de esta ley origina la diferenciación de los productores y que la pequeña producción mercantil engendra capitalismo y burguesía constantemente, cada día, cada hora, espontáneamente y en masa”. Es una cita que el manual tomó de una obra de Lenin y que, en este caso, el Che reconoce como afirmación válida y necesaria para estudiar, más adelante, el régimen del koljós que imperó en la Unión Soviética y que mantuvo e incluso acrecentó las tendencias capitalistas de trabajo en el campo.
¡Qué alarmante es el hecho de que, desde muchos ángulos, se incite a los países empobrecidos, a que fomenten el desarrollo de la micro empresa y se les apoye con micro créditos que hasta se atreven a llamar crédito solidario!
Hecho este paréntesis, volvamos a los señalamientos del Comandante Ernesto Che Guevara relacionados con las crisis del capitalismo.
El varias veces mencionado Manual de Economía Política dice: “Las crisis son el más palpable exponente de que las fuerzas productivas creadas por el capitalismo han rebasado los marcos de las relaciones burguesas de producción, por lo que estas últimas se convierten en un freno para el desarrollo posterior de las fuerzas productivas”.
En su análisis de este concepto, el Che refuta con estos términos: “No es posible hacer una afirmación de este tipo o historiar las crisis desde hace 200 años. Por otra parte, hay crisis de crecimiento, que conducen a la concentración monopolista de los capitales. El problema es que la significación de las crisis no fue convenientemente estudiada por Marx y se ha seguido con las generalizaciones expuestas por él”.
Esas crisis de crecimiento fueron evidentes hasta la formación del imperialismo, etapa que estudiara Lenin con detenimiento. Las dos guerras mundiales que se sucedieron en la primera mitad del siglo XX, no tienen más explicación que la lucha por el monopolio planetario que se dio entre las potencias occidentales. Al final de ese período de treinta años (1914 a 1945) emergió Estados Unidos de Norteamérica como el monopolio superior del capitalismo. Pero, por contrapartida, se había potenciado la Unión Soviética, nacida al finalizar la Primera Guerra Mundial y reconocida como la potencia socialista que abarcaba un área de influencia y que, aparentemente, equilibró la balanza que el Tío Sam quería sostener en solitario.
Pero entonces, pese a todas las proclamas de paz mundial, que el Che ironiza en su Mensaje a la Tricontinental, no hubo una sola etapa en la que no se estuviese librando una guerra en algún rincón del mundo. En todos los casos, el imperialismo y específicamente los Estados Unidos de Norteamérica, estaba presente.
Ya en los años ’60, el arrollador ejército estadounidense había probado la derrota en Corea y se hallaba entrampado en la guerra de Vietnam.
Proyectando el curso de esta crisis de nuevo tipo, el Che decía: “El más grande de los poderes imperialistas siente en sus entrañas el desangramiento provocado por un país pobre y atrasado y su fabulosa economía se resiente del esfuerzo de guerra”. Poco después, aunque el Che había sido asesinado para entonces, la bandera de las barras y las estrellas era apresuradamente arriada en el ostentoso edificio de la embajada y cuatro helicópteros, con el embajador y el personal diplomático superior a bordo, sobrevolaron la ciudad de Saigón que las fuerzas del Vietcong recorrían entre el regocijo de los vietnamitas sometidos durante tanto tiempo y al fin libres para construir su futuro.
Mientras el presidente Nixon reconocía la derrota de sus ejércitos en Vietnam, el Departamento de Estado y el Pentágono ideaban las formas de recuperarse en esta vasta América empobrecida, pero poseedora de riquezas apetecibles. Sin poder detener la maquinaria de guerra que se retiraba de Vietnam, manipularon una sucesión de golpes de estado para instalar dictaduras militares que ensombrecieron todo el continente. De Guatemala a la Patagonia, impusieron dictadores de charreteras, proveyendo a los ejércitos nativos del obsoleto armamento usado en Indochina. Al mismo tiempo, elaboraron y pusieron en vigencia la Teoría de las Fronteras Ideológicas íntimamente ligada a la Doctrina de Seguridad Nacional. La desaparición forzosa, el crimen cotidiano, la tortura destructora, cárcel, persecución, exilio, fueron los hechos diarios que nos impuso la CIA a través de los dictadores quienes, incluso, tramaron el Plan Cóndor de conspiración contra los pueblos de Nuestra América.
Y cuando estas estructuras de poder arbitrario y criminal no sirvieron y la gente las enfrentó, entonces las sustituyeron por el proyecto neoliberal. La riqueza de cada una de nuestras naciones, volvió a llenar las arcas de los países enriquecidos.
Aún así, estas arcas se vaciaban con una rapidez asombrosa. Todo era insuficiente para el consumo irracional y fastuoso que rige en aquellas naciones y para sostener sus guerras de ocupación que les ha llevado a la ruina, aunque se nieguen aceptarlo. Ni siquiera se atreven a hablar de crisis; sostienen que es sólo una desaceleración. Aunque, como siempre, tengan que recurrir al narcotráfico, al tráfico de armas y otros rubros aparentemente inofensivos.
Esto explica la repetición de los modos de solucionar su catastrófica situación financiera: la movilización de la enorme industria bélica que poseen Estados Unidos de Norteamérica y varios de los países de la Unión Europea. Declararon la guerra a Afganistán para crear condiciones favorables de explotación de la gran riqueza de gas que existe en Usbekistán. Todavía empantanados allí, con pérdidas económicas y humanas, fueron en busca del gran negocio a Irak, seguros de que todo se reducía al derrocamiento de un dictador y se hallaron con un pueblo que no aceptaba la invasión. Sin resolver ninguno de estos problemas, se lanzan ahora sobre Libia, con la misma fórmula: derrocar y asesinar a Gadafi y hacerse del petróleo de esa nación.
Los enormes gastos que representa esta política aparecen claramente en el nivel de endeudamiento de Estados Unidos y las catástrofes económicas que hacen, de la Unión Europea, un débil andamiaje que, cada día, amenaza con caer.
El Comandante Che Guevara sabía muy bien que ese era el camino de la crisis. Lo advirtió puntualmente al analizar el manejo económico en la Unión Soviética. No lo dijo sólo en Moscú, donde se reunió varias veces con los dirigentes de la URSS; lo dijo también en otras ocasiones y ante múltiples auditorios.
Es su principal ayudante Orlando Borrego que, expresando muchas de las ideas del Che, dice en su obra “Che: el camino del fuego”:
“La crisis de los valores, incentivada por casi 20 años de neoliberalismo que pretendía demostrar las ineluctables ventajas del sistema capitalista, está siendo confirmada por la realidad. Ha despertado con fuerza la conciencia crítica de los pueblos que se niegan a aceptar un mundo unipolar donde las grandes masas desposeídas sean convertidas en ciudadanos de segunda clase dentro de sus propios países. Esa misma conciencia alimenta la rebelión contra los más evidentes males del capitalismo.
Si comparamos la realidad de hoy con la existente cuando asesinaron al Che, se constata el aumento de la miseria y la marginalidad. Los teóricos del neoliberalismo no han podido resolver el sostenido incremento del desempleo, tanto en los países ricos como en los de la periferia. En los países ricos vive sólo el 20% de la población mundial y controlan totalmente los mercados mundiales de exportación, el 68% de las inversiones extranjeras directas y el 74% de las líneas telefónicas del planeta.
…
“Frente a esta espeluznante realidad, ¿qué ofrece el neoliberalismo para los países subdesarrollados?
…
“La ‘panacea’ del mercado capitalista, tan cacareada en la década del ’60 y que tanto criticó el Che como remedio para las economías subdesarrolladas, está mostrando su verdadera cara como instrumento destructivo del sistema físico, económico y social de cada uno de esos países.
“Hoy como nunca antes, después de la muerte del Che, la juventud del mundo se siente estimulada a estudiar su pensamiento económico y justipreciar su inconmensurable afán de superación permanente. Si el Che fue reconocido como un profundo estudioso de la teoría del valor de Marx, ahora los economistas ‘integradores’ tratan de complementar los estudios del Che para enjuiciar el comportamiento físico de la producción del valor. Por fortuna el Che fue también un estudioso de los llamados fisiócratas, que hace más de dos siglos proponían aumentar las riquezas ‘renacientes’ (hoy renovables) sin detrimento de las riquezas preexistentes; un anticipo quizás ingenuo pero noble de lo que ahora se denomina sostenibilidad”.
Esta es la realidad, como puede verse claramente 44 años después del asesinato del Comandante Ernesto Che Guevara: la crisis del capitalismo, más específicamente, del imperialismo, está destruyendo los más caros proyectos que éste se propuso para dominar a todo el mundo por todo el tiempo venidero.
Los pueblos se rebelan contra esa pretensión. En el mismo Wall Street, en el corazón económico del imperialismo, la juventud norteamericana ha instalado sus carpas para decirle, a quienes roban diariamente la riqueza de los pueblos, que su dominación se está extinguiendo. Y lo dicen también en España y Grecia, como lo hacen las multitudes del mundo árabe y las juventudes de Nuestra América.
Pero no terminemos con la sensación de que seremos los victoriosos enterradores del imperialismo. Analicemos esta profunda reflexión del Che:
“Hay que tener cuidado con afirmaciones como ésta: ‘agonizante’. Tiene un significado claro en el idioma; un hombre maduro ya no puede sufrir más cambios fisiológicos pero no está agonizante. El sistema capitalista llega a su madurez total con el imperialismo, pero ni siquiera éste ha aprovechado al máximo sus posibilidades en el momento actual y todavía tiene gran vitalidad. Es más preciso decir ‘maduro’, o expresar que llega al límite de sus posibilidades de desarrollo”.
Cuarenta y cinco años después de este escrito, debemos reconocer que, el imperialismo, ha llegado al límite de sus posibilidades de desarrollo pero aún no está agonizante. Sus construcciones más ambiciosas pueden desaparecer, pero aún tiene el poder suficiente para rehacerse.
Nosotros, los pueblos empobrecidos, esta vez hemos sabido orientarnos en el sentido positivo de la recuperación de nuestra soberanía y hemos podido eludir, en gran medida, la crisis que sufre el mundo enriquecido. Pero no podemos bajar la guardia, porque aún nos esperan jornadas de lucha contra la fuerte presión de ese poder imperial que es el dominio de los mercados internacionales donde se elevan los precios de los alimentos y disminuyen la cotización de nuestras materias primas. Allí está presente y seguirá estando por mucho tiempo, el imperialismo.
Pero aquí, con nosotros, está presente el Comandante Ernesto Che Guevara y su pensamiento económico debe constituirse en la guía esencial de nuestra acción, porque esta gran humanidad ha dicho ‘basta’ y ha echado a andar. Y su marcha de gigantes, ya no se detendrá hasta conquistar la verdadera independencia.
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